Escuchaste el estruendo cardíaco a lo lejos y te asustaste como niño temeroso de la tormenta. No era para menos, vivías tu propia tempestad en tus adentros y no veías más oscuridad que la que veías cada noche, entre sábanas envuelto.
No era ruido, era la melodía altisonante del corazón puro. No eran truenos, eran los tambores vibrantes de los aldeanos rojos. No eran gritos, eran los cánticos sagrados de una civilización seducida por la extinción.
No era, no eran...
Vuelve al hechizo de donde saliste, porque así como te invoqué te puedo expulsar. Vuelve a ser el niño ahogado en el pozo de los miedos, porque así como te di la mano te puedo soltar. Vuelve a ser tú antes de mí, aunque así como llegué no me podrás olvidar.
1 comentario:
Si yo no les temo, porque habrías de hacerlo tú
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