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El corazón también se cansa, no deja de ser un músculo. Pero no se cansa de latir pues para eso fue programado desde tiempos inmemorables. Se cansa de sentir.
Quiere descansar sobre una cama con sábanas hechas de rosas rojas, pero lo único rojo en la inmensidad de la cama es él y las únicas rosas a su alrededor están repletas de espinas venenosas.
Tiene sueño pero sabe que no puede dormir, por eso es que siempre ha soñado despierto y cada sueño en vigilia aumenta las probabilidades de una caída, ya sea porque se imagina en la orilla de un barranco o porque se imagina volando y de repente le cortan las alas.
Quien insista en que se siente con la cabeza, en efecto sentirá de esa manera pues habrá confirmado que no tiene corazón, y si lo tiene, lo habrá condenado al sueño eterno, donde no hay fantasía, ni terror, ni mucho menos implicaciones inconscientes de cualquier tipo, en ese estado onírico hay nada. Se podría decir que es una especie de limbo, un portal infinito entre un campo y otro del cual jamás se encontrará extremo.
No hay peor corazón que aquel que no quiere sentir...
1 comentario:
El corazón es el motor y la cabeza el regulador, uno se complementa con el otro, es valido sentir y pensar. Cuando el sentir es profundo el corazón siempre lleva la delantera y por más que la cabeza trate de llevarlo despacio, no habrá freno que lo detenga; en cambio si la cabeza va por delante se dice que el corazón lleva perdida la batalla.
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