11 ene 2011

Sin voz(s)




No puedes hacer que el mudo hable, ni aunque le prestes tu lengua, ni aunque dibujes una puerta en forma de boca en su frente: donde las palabras viven, para que salgan y sean libres.

Seguramente son palabras que no deben salir, quizás por su fotofobia, o por la inseguridad que estamos viviendo. Nadie quiere ser secuestrado, pero no les importa enajenarse y sobrevivir como les sea posible en un cubo, en medio del caos. Así esas palabras.

Lo que sí puedes hacer es ir de boca en boca esperando escuchar lo que quieres escuchar, pero eso sería como escuchar el trinar de un ave en un reproductor portátil, una y otra vez: las veces que quieras pero jamás será lo que deseas.

O también puedes esperar a que se encuentre la cura para tan espantoso mal, pero puede que haya olvidado el lenguaje y no consiga decir otra cosa más que balbuceos e incoherencias...




1 comentario:

El viajero dijo...

Pero no puedes temer de las palabras, si pueden convertirse en tu arma más letal o la más reconfortante. No por eso hay escritos que te llevan de las lágrimas como a la furia. Temer sólo es el candado que el hombre le ha puesto a la boca, al corazón y a la mente...