2 dic 2008

Perder

Puede deducirse que perder algo cuyo valor es nulo no habría de causar conmoción, mucho menos preocupación o tristeza. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando ese objeto es más valioso que un trozo de estrella?

Me gustaría ver el rostro del ser cuando se dé cuenta que el objeto perdido tiene un valor incalculable, sobre todo al enterarse que ese pedazo de estrella que tanto deseó hasta conseguir no es más que una roca cualquiera que encontré a las afuera de la patética realidad.

Es cierto que el objeto irá en busca de quien le considere sumamente valioso, uno tras otro conocerá, se topará con algunos de su clase y hasta puede que unan sus fuerzas para destrozar a los que les dejaron perderse, pero también es cierto que el valor nato del objeto es suficiente como para cambiarlo por una galaxia entera, y no sólo conseguir un poco de polvo estelar como ingenuamente creyó el insensato.

Tan correcto aquél que dijo “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido” como tan contradictorio. Porque sólo se puede saber lo que se tiene cuando se tiene. Y si así no se es capaz de saber, estará condenado a continuar ignorando.

“¡Nadie puede saber lo que tiene si lo pierde!...y si lo pierde esperemos que sepa lo que tuvo”.

 

 

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