25 may 2011

Paranoia




Estás rodeado de edificios hechos con cristales que el viento opaca con el polvo que levanta, pero el hombre los limpia para poder ver a través de su -cada vez más- oscura alma; una circunstancia que se ha convertido en el tumor maligno que cuelga de sus ojos, como lágrimas que ensucian.

Edificios cubiertos de un ectoplasma invisible, aunque no para todos. Puedes percatarte de que son ataúdes de pie reflejando el paso del Sol, lo hacen para ser luminosos en apariencia y que los insectos se acerquen a ellos en busca del éxtasis prometido. Trampas para insectos, muy bien decoradas.

Parado en medio de la avenida observas que los autos no se detienen, ni lo harán; aunque tú portes el espíritu que habrá de salvar a sus pasajeros. Las máquinas no fueron hechas para tomar decisiones, pero si quien las toma se vuelve parte de la máquina, aquél escenario se convierte en una masacre desvirtuada.

Camina sobre la acera en sentido contrario al flujo de las vértebras, da tres pasos por cada grito mecánico que escuches para que la bestia no te alcance; ella no sabe construir caminos sólo destruirlos, tú en cambio eres creador y destructor.

No intentes regresar al punto de donde partiste, no lo encontrarás pues no será el mismo. Cada paso es un nuevo punto.


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