¡Reunamos personas! Matemos a la inmadurez con la misma espada flameante con la que nos atacó en el pecho. Es claro que sólo queda una cicatriz espantosa en la zona del impacto, qué mejor recuerdo de un error tentadoramente repetible que esa cicatriz.
Busquemos esos insectos vengadores en las ranuras de nuestros troncos y nuestras raíces. Que sean ellos los encargados de invadir las plantaciones de maleza, que la exterminen para poder sembrar en esa tierra las más hermosas semillas y así cuando la primavera deje de ser una fantasía, recolectar los frutos que hagan de nuestras vidas un bosque de felicidad eterna.
Ya que estemos todos situados bajo el mismo círculo de confesión, habremos de permitir a la luz violeta entrar a nuestros cuerpos. Que recicle los restos de falsedad que se introdujeron cuando los parásitos se alimentaban de nuestros miedos. Que se lleve consigo hasta la mínima partícula de mentira para abandonarla a mitad de la nada, donde no causará más daño.
Es absurdo que un tótem hueco venza a un par de cabezas colosales bendecidas y labradas por la mano del sabio.
¿Cuántos más? ¿Un centenar? Que la convocatoria se proclame abierta. La cacería de brujas contemporánea no tendrá lugar para las equivocaciones ni atención para los reclamos.
No te llevaste mi vida entera entre tus pies, a pesar de tu puta prisa. Sin embargo te llevaste un pedazo de ella. Ya sé que no me lo devolverás, ni aunque te lo pida, ni aunque no lo quieras. Es mejor así al final. Yo también tengo un trozo de la tuya y eso no me hace sentir mal, pero tampoco me hace sentir mejor.
No me importa saber cómo lo tratas o cómo lo tratarás. Porque estás lejos y no veo lo que haces con él. Imagino que, durante tu día, le dejas en tu casa con la puerta principal abierta para que se escape. Siempre supe que tu pecado es ignorar, jamás se escapará. Y cada que vuelvas a tu hogar, te recuestes en tu cama y cierres los ojos, ahí estará ese pedazo de mi vida a través del cual puedo llegar a ti sin otro motivo que no sea el manipular tus sueños.
No espero que entiendas porque hace tiempo dejé de esperar, y hace tiempotambién que sé lo incapaz que eres para entender. Odio haber tenido la razón, porque cada paso que da el razonamiento es una ilusión pisoteada.Y esa ilusión en particular era tan bella como para haber muerto de tal trágica manera. Yo sí entiendo.
Ahora, ¿ibas retrasado a tu destino? O por qué apresuraste tu andar. Cuando en un principio te mostrabas sereno y tranquilo, justo como yo camino. Para después comenzar a correr, me cogiste de la mano y me obligaste a seguir tu apresurado paso, ¿y cuál era el desenlace predecible? Mi caída.
Al parecer tú no tropezaste ni caíste, aún cuando ibas descalzo. ¿Es eso lo que quieres que todos crean? Que corriste descalzo y llegaste a donde tenías que llegar sin un solo raspón. Está bien. A mí no puedes engañarme, porque yo fui parte de esa carrera, y recuerdo haberte ofrecido mis alas para llevarte a un lugar mejor en las alturas, pero no. Preferiste caminar, después huiste. Decidí acompañarte, estar a tu nivel terrenal para evitarte algún percance, y quien resultó lastimado fui yo. Debe ser normal, estaba tan acostumbrado a simplemente volar.
Considero inútil alimentar el trozo de tu vida que tengo, sin embargo continúo haciéndolo. Supongo que mi inconsciente no permitirá que algo que se encuentra a mi merced muera de inanición, o de sed, o de amor. Lo alimento con lo único que me sobra: letras, con lo único que me motiva: sueños, y lo único que me hace continuar mi camino: amor. Por tanto puedes estar tranquilo al saber que lo trato bien, si es que te interesa saberlo.
Mientras tanto seguiré llegando a ti a través de ese pedazo de mi vida con el que te quedaste, y tú seguirás llegando a mí a través del tuyo.
...cuando el nuevo viento agita lo verde, quiero imaginar que también puede mover lo inerte. Que lo traslade aunque lo deje en ninguna parte, si así lo quiere. Que viaje hasta el punto en donde el norte y el sur no sean señalados más por la flecha punzante.
Eso que es inerte y por naturaleza transparente, habrá que nutrirle con clorofila y volverlo verde. No importa que se vuelva material y tenga que morir, mientras siga siendo natural y pueda al menos vivir.
Prometo, desde ahora, publicar con mayor frecuencia (cuatro entradas al mes como mínimo). Además de incluír a su vez más imágenes, para convertir este blog en algo más digerible, menos formal.
Una imagen no dice más que mil palabras, ni siquiera cien. Porque un instante capturado no podrá nunca describirse a sí mismo de la manera en que un espectador cualquiera puede hacerlo. Es claro pues, que un rostro indiferente quizás muestre la indiferencia en el ojo ajeno, pero el ojo ajeno a su vez es capaz de contagiar su propia indiferencia al rostro que observa, entonces la validez de lo instantáneo reside en ambos.
Yo quiero ver una sonrisa, pero veo llanto. Hasta ahí nada extraño, pienso, en defensa de mis ideales para concluir que el motivo del llanto es cierta clase de felicidad desmedida. Si yo quiero ver lágrimas pero veo sonrisas, pensaré entonces que el ser sonriente se avergüenza de sus penas, y con ello concluiré que no importa lo que vea sino lo que quiera ver, porque al final trataré de hacer coincidir el uno con el otro, y el otro con el uno para hacer de ellos un total imaginario, un producto que formará parte de una colección de elementos mal mezclados.
La clave para fusionar lo que se ve con lo que se pretende ver está en el cambio de posiciones. Si yo soy espectador en tal lapso de tiempo, tengo por fuerza, y si mi intención es lograr esa fusión, trasladarme a otra posición y dejar que los demás me observen. Además de ser divertido es enriquecedor. No se crea una visión completa de la realidad con solamente verla desde su perspectiva, ni siquiera si se ve desde arriba; tiene que verse desde cada ángulo, desde cada esquina por más abstracta que parezca. Aunque, para cuando se consiga esa omnipresencia artificial y por tanto la visión completa de la realidad, habrá que fingirse ignorante, porque conocer lo absoluto será como conocer nada.
Y mientras la luz sigue su proceso de descomposición yo sigo mi propio proceso de descomposición. Me gustaría irradiar color, pero sólo irradio pensamientos. Me gustaría que cada uno de ellos tuviese un color en lugar de una intención, o que la pretensión estuviese implícita en el haz de tonalidad fría, y la sinceridad estuviese dentro de una tonalidad cálida.
No imagino un mundo sin la percepción del Sol, donde los humanos fuésemos como esos topos ciegos que viven bajo tierra, desprovistos de visión porque sencillamente no la necesitan. Tampoco imagino un mundo sin la percepción de otros salvo la mía, donde fuésemos una gran nación bajo las órdenes de un solo hombre, porque en ese mundo no habría lugar para la interpretación de imágenes y éstas serían nada más que trozos de papel, pixeles, o trazos sin valor, sin vida.
Que la omnipresencia artificial haga de mí un Semi-Dios para así cubrir mis ojos con verdad, sin que mis ojos abiertos tengan que ver falsedad. O que yo, un supuesto mortal, haga de la omnipresencia artificial el método perfecto para tener una visión absoluta de mi realidad.