Le di Vida y me pagó con Muerte.
Entonces supe que siempre creyó que yo vendía Ego,
cuando lo mío era un obsequio.
Fue un acto de caridad que cayó del octavo piso,
ya no fue el reloj derritiéndose, ni siquiera tenía que ver con el cuerpo,
era el significante hecho pedazos sobre el asfalto. Como una copa de vino,
transparente, pura, que no quiere ser manchada por ningún par de labios y se lanza al vacío.
Le di Utopía y me pagó con Realidad.
Entonces supe que siempre creyó que yo vendía fantasía,
cuando lo mío era una verdad.
1 comentario:
¡Grandioso!
Creo que tus escritos cortos son los que mas me gustan, porque sabes escoger las palabras justas para transmitir grandes sentimientos.
Me encanto el final de este.
Gracias por compartirlo.
Miguel B.
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