Puedo decir que el sabor de tu recuerdo es más placentero que su olor. No es un sabor parecido al de la comida que he probado. Tampoco sabe a algún miembro humano del que tenga registro. Sabe a como sabría la luna si pudiera arrancarla de esa vestidura infinita y la cocinara con nada más que aceite de oliva y queso parmesano, acompañando el platillo claro con un copa de vino. Para ser sincero no sé si esa receta resultase atractiva para mis papilas gustativas, puede que su sabor resulte lo peor que mi boca haya ingerido, precisamente por ese motivo es que he elegido a la luna como el ingrediente principal de mi invención.
Ahora, el olor de tu recuerdo. No puedo especificar un aroma, sólo sé que no huele bien. Lo cual no es de asombrarse si mencionamos que nunca te preocupaste por perfumarlo. Yo, por mi parte no sólo me ocupé de perfumar el recuerdo tan ligero que ahora cargas, sino que lo cuidé, lo bañé y le cambié de ropa tanto como pude, para tenerlo siempre presentable al momento en que tuviste que llevarlo contigo.
¿Qué más hay por contar? Te he hablado sobre sabores y olores, y algo vital de tu recuerdo es la forma tan peculiar que tiene. Es como si alguien que hubo ingerido la carne de Dios entrara a una habitación gigante que simula un caleidoscopio, y en el medio del lugar, flotando como solamente flotan los elegidos, estuviese un fractal de colores hermosos, todos los tonos que pudiese alguien imaginar están ahí reunidos en una masa espacial que parece ser también un ente etéreo. Tu recuerdo sería ese esperpento flotante, tan brillante como la luz al final del túnel, ese tan popular del que tanto me presumen por su incomparable sensación de libertad.
Sabor, olor, forma, falta la textura. Ésta difícil de describir, porque no hay superficie que pueda compararse con la manera en que siento al rozar tu recuerdo. Algo parecido podría ser tocar la superficie marciana, sus rocas solitarias o su arena roja que se filtra entre los necios robots terrestres. Tan áspero que mis dedos se raspan al hacer contacto con él, y la sangre se mezcla con esa arena para formar un barro especial, con el que me dijeron habré de crear vasijas que se venderán en cada rincón de la galaxia. No me importan las heridas, siempre sanan. No me interesa que me critiquen por no desechar tu recuerdo, o al menos reciclarlo. Les digo que es mejor así, guardarlo para cuando no recuerde nada de esto, y de esa forma saber que amé tanto que comencé a coleccionar recuerdos, esos que olvidaron sus dueños.